EL SERMÓN DE SAN ANTONO DE PADUA A LOS PECES Op.8 (1888/89)

(Des Antonius von Padua Fischpredigt)

Música de Gustav Mahler (1860 - 1911)

Texto de "Des Knaben Wunderhorn"

 

Antonius zur Predigt
Die Kirche findt ledig.
Er geht zu den Flüssen
und predigt den Fischen;

Sie schlagen mit den Schwänzen,                          
Im Sonnenschein glänzen.

Die Karpfen mit Rogen
Sind allhier gezogen,
Haben d'Mäuler aufrissen,
Sich Zuhörens beflissen;

Kein Predigt niemalen
Den Karpfen so g'fallen.

Spitzgoschete Hechte,
Die immerzu fechten,
Sind eilend herschwommen,
Zu hören den Frommen;

Auch jene Phantasten,
Die immerzu fasten;
Die Stockfisch ich meine,
Zur Predigt erscheinen;

Kein Predigt niemalen
Den Stockfisch so g'fallen.

Gut Aale und Hausen,
Die vornehme schmausen,
Die selbst sich bequemen,
Die Predigt vernehmen:

Auch Krebse, Schildkroten,
Sonst langsame Boten,
Steigen eilig vom Grund,
Zu hören diesen Mund:

Kein Predigt niemalen
den Krebsen so g'fallen.

Fisch große, Fisch kleine,
Vornehm und gemeine,
Erheben die Köpfe
Wie verständge Geschöpfe:

Auf Gottes Begehren
Die Predigt anhören.

Die Predigt geendet,
Ein jeder sich wendet,
Die Hechte bleiben Diebe,
Die Aale viel lieben.

Die Predigt hat g'fallen.
Sie bleiben wie alle.

Die Krebs gehn zurücke,
Die Stockfisch bleiben dicke,
Die Karpfen viel fressen,
die Predigt vergessen.

Die Predigt hat g'fallen.
Sie bleiben wie alle.



Antonio va a la iglesia 
y la encuentra vacía para el sermón.
Entonces, se dirige al río 
a predicar a los peces.

Ellos golpean con sus colas
y brillan bajo la luz del sol.

Las carpas con huevas 
han venido hasta aquí
y abren la boca 
como oyentes aplicadas.

¡Nunca un sermón 
gustó tanto a las carpas!

Esturiones de boca puntiaguda, 
siempre dispuestos a batallar,
han nadado raudos hacia aquí
para oír al piadoso.

También aquellos extravagantes, 
los que siempre ayunan,
los peces espada quiero decir,
aparecen para el sermón.

¡Nunca un sermón 
gustó tanto a los peces espada!

Magníficas anguilas y cazones, 
exquisitos mangares,
se acomodan ellos mismos, 
para escuchar el sermón.

También cangrejos y tortugas, 
de ordinario lentos mensajeros,
suben veloces del fondo, 
para oír a esa boca.

¡Nunca un sermón 
gustó tanto a los cangrejos!

Peces grandes, peces pequeños, 
elegantes y vulgares,
levantan la cabeza 
como criaturas racionales!

¡Por expreso deseo de Dios 
escuchan el sermón!

El sermón termina, 
cada uno regresa,
los esturiones siguen siendo 
ladrones amantísimos de las anguilas.

El sermón ha gustado
y todos siguen siendo los mismos de siempre.

Los cangrejos andan hacia atrás;
los peces espada engordan;
las carpas siguen siendo voraces
y todos olvidan el sermón.

El sermón ha gustado 
y todos siguen siendo los mismos de siempre.



Escaneado y Traducido por:
Simón Nevado 2004